La Autora


Yo no estudie literatura.

Cuando quisehacerlo,encontré que mis

versos tenían que tener métrica, métricaque no dejaban

expresar mis sentimientos, apresándolos en ella, así que

escribí sintiéndome como un ave, volando con las alas leves,

sutiles, con fulgores áureos hacia un mundo arcano plegando

el vuelo en el espacio azul e infinito.

martes, 13 de marzo de 2012

VENGANZA

Por la pequeña ventanilla del avión observaba maravillada las nubes que cubrían el firmamento, me hacían recordar un cuento que nunca olvidé en el cual había una escalera que ascendía al cielo cuyos escalones se perdían entre ellas, llevando al príncipe a buscar la princesa de su sueño. Ello se debía a que el avión para esquivar una tormenta las había sobrepasado, de pronto sentí una voz que me decía _Que espectáculo tan bello ¿no? Giré mi cabeza, el compañero de asiento era el que me había hecho la pregunta, poco puede verlo usted, desde su sitio, le contesté.

Es verdad, pero viendo su cara de éxtasis, me lo imaginé, yo ya lo he experimentado cantidad de veces.

_Eso quiere decir que está acostumbrado a viajar muy a menudo, para mí es la primera vez.

_ ¿Y entonces es la primera vez que va a París?

_ Sí.

_ La va a maravillar.

_Es un escape a un mundo de problemas que quiero olvidar, dejándolo atrás.

_ Me imagino, un divorcio.

_ No, no es así, es la muerte de una gran amiga y situaciones que no quiero recordar, un viaje fue lo que me pareció mejor.

_Bien, no quiero inmiscuirme en ello, no me corresponde, pero sí le puedo recomendar los sitios a los cuales debe ir, porque ir a París y no verlos sería una insensatez.

Cathy lo miró, era un hombre bien parecido de alrededor de 45 años, no le pareció mal la conversación sostenida y siguió escuchándole, el vuelo al final se hizo corto debido a lo entretenido de la charla, al llegar al aeropuerto, después de chequear sus valijas se despidió de su ocasional compañero de viaje, agradeciéndole todas las referencias que le había dado.

Él a su vez le dio una tarjeta, diciéndole, si se siente perdida en alguna ocasión, llámeme

o si quiere ir a algún lado acompañada, para mí será un placer hacerlo.¿ Ya sabe donde alojarse?

Ala verdad, no, le iba a pedir al taxista que me recomendara y llevara a uno bueno.

_Le recomiendo “Saint Germain.

_Bien, ha sido un placer conocerlo.

_Lo mismo digo.

En ese momento aparcaba un taxi, Cathy subió al mismo y con un ademán amistoso se despidió.

SEGUNDO CAPÍTULO

Ya instalada en el hotel, comenzó a guardar su ropa en los placares y luego de ello, se aprontó para darse un baño, vestirse y averiguar donde podría ir.

Cuando bajó al lobby, se acercó a la recepción y le preguntó adonde le sugería ir al que estaba a cargo, este muy amablemente le recomendó que por ser su primera vez en París , sobre la misma calle que estaba el hotel había cantidad de restaurantes, donde no sólo se cenaba sino que también había espectáculos y orquesta para bailar, le alargó un programa de distintas actividades y le recomendó tomar un tour del Código da Vinci, que generalmente llevaba a personas aficionadas a las novelas de Dan Brown, que se trataba de hacer un paseo sumamente detectivesco al seguir los pasos de los protagonistas de la obra escrita por su autor.

Sumamente interesada por haber leído el libro, preguntó donde debía hacer la reservación para ese paseo, a lo que el recepcionista le dijo que las salidas de ese tour, eran los martes, jueves y sábados a las 10 de la mañana con una duración de dos doras.

_¿Donde debo anotarme?

_Si usted lo desea yo mismo la anoto para el día que usted prefiera.

_Como hoy es sábado lo haré el martes, ¿me vienen a buscar o yo debo ir a algún punto en especial?

_El coche del hotel la llevará hasta el hotel “Ritz,” donde comienza la aventura, continúa por la plaza Vendrome, la calle Saint Honoré y la calle Richelieu, desembocando finalmente en uno de los escenarios más importantes de la historia: el Museo del Louvre.

Cathy se sentía excitada, todo aquello parecía fantástico, le agradeció con toda alegría al empleado y salió a su primer paseo en París la “Ciudad Luz”

Caminó sin apuro gozando de todo lo que veía, grandes marquesinas que aportaban su luz, haciendo un efecto mágico.

Finalmente se decidió a entrar a un restaurante, eligió en la carta el menú y mientras esperaba que lo sirvieran contempló lo que la rodeaba, Estaba lleno de mesitas no muy grandes, redondas, donde lo que más habían eran parejas.

Lamentó estar sola, si Adela hubiera estado viva, la abría invitado para sacarla de su estrés.

Pero ya no era posible y gracias a ella que estaba allí, así que debía estarle agradecida y gozar de todo lo que pudiera.

La música era suave, pero lo que más le gustó fué sentir cantar en francés, pensó en Aznavur, uno de sus cantantes favoritos, ¿Quién sabe lo pudiera sentir en algún teatro?

Permaneció hasta altas horas de la madrugada, pues se sentía tan a gusto, que el tiempo pasó volando. El hotel estaba relativamente cerca, así que volvió como había ido a pié contemplando de nuevo, las mismas cosas pero poniendo atención en todo lo que veía.

Al estar de nuevo en su habitación comenzó a pensar en lo que haría el día siguiente.

Con alegría pensó en ir de compras, nuevas prendas acordes al sitio que estaba, trajes sport, de calle y de gala, para así ir al teatro, con esos lindos pensamientos se durmió.

TERCER CAPÍTULO

No bien despertó llena de energía, se bañó vistió, fue a tomar el desayuno al restaurante del hotel y salió a la calle a buscar llenar su ropero con todas las cosas que le hicieran falta.Al entrar a una tienda que le habían gustado los modelos en vidriera se encontró que la asistente en ventas la hizo pasar a la sala de exhibición haciendo pasar los modelos, que serían convenientes para ella. Se decidió por unos cuantos a más de los accesorios que irían con cada una de las prendas: guantes, carteras sombreros, zapatos pero la asistente le dijo entonces: ¿porqué no lleva una estola de piel, la haría lucir muy elegante?

No pudo con la tentación y se dijo a sí misma ¿Por qué no?

Abonó con un cheque y pidió que le enviaran todo al hotel,

Salió eufórica de la tienda, la alegría de poder comprar todo lo que quisiera la invadía.

Compró un periódico y se sentó a leerlo en esos típicos Cafés que tienen mesitas en la calle, mientras lo tomaba buscó en la página de eventos culturales, la programación de los mismos.

Con alegría se enteró que esa noche daban el “Casca nueces de Tchaikousky “ya tenía donde ir esa noche y también estrenarse el vestido de gala que había comprado

Al volver al hotel le preguntó al mismo dependiente donde quedaba el teatro “Le Roi “ este le contestó nuevamente que los coches del hotel estaban para servir al cliente, que le dijera la hora en la cual iba a ir que el coche la estaría esperando..

A media tarde, fue en busca de una peluquería, asesorada siempre por el mismo dependiente, una hora antes de la fijada para el espectáculo, comenzó a vestirse, el vestido era de color negro con un escote profundo, al mirarse al espejo le parecía que no era ella misma, tampoco había tenido oportunidades como esta para lucir atuendos , con pena pensó que había desperdiciado mucho de su vida al escribir tanto, pero era su medio de vida, ahora que había heredado una fortuna iba a tratar de recuperar en algo el tiempo perdido, echó una última mirada al espejo, este le devolvió, una figura esbelta con la hermosura de una mujer de cuarenta años serena y sumamente elegante, Echó sobre sus hombros la estola de piel y sintiéndose una reina descendió al lobby del hotel.

CUARTO CAPÍTULO

Ya acomodada en un palco del teatro, su atención se centró en la hermosura que ostentaba este, mirando su techo parecía estar en el cielo pues lo representaba, angeles con vestiduras doradas, unidos por guirnaldas de flores, en diversos tonos difusos hacían este efecto; pero ya comenzaba a levantarse el telón, la función comenzaba.

El espectáculo la hizo emocionar, en muchas de sus partes las lágrimas acudían a sus ojos, siempre se sintió atraída por la música de Tchaikousky pero esta vez era diferente era oírla y ver la gracia de los bailarines que parecían seres alados interpretándola.

Terminada la función pidió un coche y regresó a su hotel, pensando que su vida en Paris era magnífica, no se imaginaba lo que le iba a suceder más adelante.

Al día siguiente alquiló un coche con chofer pues el del hotel era para llevarla a su destino, pero no para esperarla, no se animaba a conducir, pues en Francia se conduce sobre la derecha, de esa manera podría conocer vario lugares tales como la torre Eiffel, su impresionante estructura, era en sí un símbolo histórico, era Francia, el Arco del Triunfo, la Catedral de Notredame, el barrio de Montmartre, el Museo del Louvre y el de Orly.

Fue así que rendida volvió al hotel pero contenta con la alegría de aquel que no sólo mira sino que siente lo que está viendo, toda la magnificencia de los lugares que fue, los cuadros en los museos, en el Orly sólo estaban los impresionistas como Monet., pero ya volvería a verlos en el Tour del Código da Binci a la mañana siguiente.

Su expectativa era grande, se levantó bien temprano, ansiosa de comenzar ese tour que le parecía interesantísimo y lo fue, no sólo porque era revivir lo leído sino porque también encontró cantidad de turistas que al igual que si misma buscaban conocer lo mejor de París. Fue así que acompañada de ellos recorrieron con entusiasmo y alegría la magia de la ciudad luz.

Al día siguiente se levantó decidida a explorar por ella misma, los barrios de la ciudad,.no preguntó nada al siempre solícito empleado y con calzado cómodo comenzó su caminata por los suburbios de la ciudad. Todo le encantaba, no sólo se puede ver en una gran urbe como aquella, la magnificencia , es bueno ver como viven los parisinos , lejos de la ciudad y así caminó, se encontró con casas muy antiguas y también modernas que como hongos parecían emerger entre todas esas casa casi historiales.

Pero llegó un momento en el cual se sintió extraviada, había llevado consigo un mapa para orientarse, pero no lo entendió, miró a su alrededor para ver si había alguien que la ayudara, pero la calle estaba desierta, se sintió un poco desconcertada, no sabiendo donde dirigirse, pensó que si tomaba por una calle lateral, quizás se encontrara con alguna avenida donde pudiera tomar un taxi, lamentó no haber llevado el auto alquilado, pero tenía ansias de caminar, para tomar más conciencia de lo que veía.

Pero era una calle sumamente estrecha, de pronto sin saber de donde venían aparecieron dos muchachotes, que sin mediar palabra la acometieron a golpes, pero no golpes leves, sino puñetazos en pleno rostro y cuerpo, parecía que la habían tomado como si fuera una bolsa de entrenamiento para boxeadores, perdió el sentido.

QUINTO CAPÍTULO

Cuando despertó, se encontró en una cama de hospital con su cara vendada como también partes de su cuerpo. No podía pensar con lucidez, que había sucedido, ¿por qué estaba allí? Al rato vino una enfermera que con una sonrisa le dijo.

_Por fin ha recobrado el sentido.

_ ¿Que me sucedió?

_Por la forma en que está, la sometieron a muchos golpes, tiene varias costillas fracturadas y lo peor es la cara, es extraño, porque los ladrones derriban a la victimas se llevan el monedero o cartera y nada más, pero a usted le dieron una soberana paliza. Lo peor que solamente encontramos en un bolsillo de su bolso una tarjeta con una dirección y llamamos, pero no pudimos dar su nombre para identificarla, ¿usted lo recuerda?

_Sí, afortunadamente, Cathy Blake, y estoy alojada en el hotel “Saint Germen”, lo que me alegra que como iba a caminar no llevé ningún documento, sino en la forma en que estoy que desagradable sería tener que ir a la embajada a decir que me robaron el pasaporte, y dar todas las vueltas que hay que dar, para conseguirlo nuevamente además de la visa. ¿Que raro no dieron cuenta en el hotel de mi desaparición?

_Quizás pensaron que se habría quedado en uno de los tantos lados hermosos con los que cuenta París, pero espere un momento, me están llamando, ahora vuelvo.

Cuando lo hizo venía acompañada de alguien a quien reconoció enseguida, era el compañero de vuelo, al verla exclamó: ¿Dios mío que le han hecho?

_ ¿Cómo se enteró de que estaba en el hospital?

Me llamaron por teléfono porque encontraron la tarjeta que le dí, ¿no la recuerda?

En cambio usted, no me dio su nombre, afortunadamente recordé que le había sugerido el hotel “Saint Germent” Fue así que después de preguntar por usted en el mismo me respondieron que hacía días que no concurría y deduje que era por usted que me llamaban del hospital. ¿Que le sucedió, fue un accidente?

_ No, fue un asalto, lo que no comprendo porque me pegaron tanto, si con llevarme la cartera les alcanzaba.

_ ¿Tiene para muchos días aquí?

_En verdad no lo sé, estuve inconsciente a decir de la enfermera por muchos días, se puede decir que hace una hora o dos que me recobré

_Que lamentable que le haya sucedido esto, venía usted con tanto entusiasmo, veré de ver al doctor que la atiende, para saber su diagnostico, al fin y al cabo parece que soy el único que la puede ayudar en este trance.

No quisiera molestarlo, cuando me den el alta, iré nuevamente al hotel y descansaré allí.

_En el hotel le dan alojamiento, pero no cuidado, que es lo que necesita usted, voy a averiguar que dice el médico, se levantó y desapareció por la puerta, cuando volvió le dijo, que según el facultativo lo que precisaba era reposo, debido a que tenía algunas costillas quebradas y muchos hematomas en el rostro, las cuales tenía que hacerse ver todas las semanas, y si tenía quien la atendiera, podría irse.

_ Entonces es mejor que me quede aquí.

_ No, yo la llevaré a mi casa y le pondré una enfermera.

_ Cómo va a hacer eso por una desconocida.

_ Para mí no lo es, recuerde cuantas cosas sabemos de nosotros mismos debido a la extensa conversación que tuvimos en el vuelo.

_Sí, pero no lo puedo aceptar.

_ No se asuste, vivo con mi madre.

_ ¿Y que le va a decir a ella?

_Que es una amiga que no tiene a nadie que vele por ella en París.

_Quisiera que le preguntara a su madre primero y si aceptara, que todos los gastos, enfermera, remedios y traslados al hospital corren por mi cuenta.

_ No nos vamos a pelear por ello, no se preocupe

-No demoró mucho en hacer las cosas, trajo con él a su madre, una señora muy gentil que se puso a sus órdenes ofreciéndole todo lo que necesitara.; en verdad le dijo Cathy, tengo que llevar ropa, no puedo salir así.

_No se preocupe, yo le traigo un camisón y una bata de cama que es lo que necesita, pues apenas llegue irá a la cama..

Se retiraron los dos y al rato vino el médico a firmar el alta y le dijo: tiene que dejar la dirección de donde se va a alojar, pues su caso está en las manos de la Sureté de Paris. .

Sorprendida le preguntó el porqué de esa investigación.

_Yo no estoy autorizado a darle ninguna información, por eso mismo tiene que dar su ubicación, para que ellos se contacten con usted.

_Ni yo misma la sé, tendré que esperar a que me vengan a buscar, para así preguntarles.

_ ¿Tiene usted confianza en esas personas?

_ La verdad que no lo sé, encontraron la tarjeta que me dio el compañero de viaje, lo llamaron y fue así que lo volví a ver.

_Um!, no sé si será bueno, pero usted está siendo vigilada, así que hasta que se restablezca, por el momento será lo mejor

Cuando regresaron madre e hijo les comunicó las noticias, se sorprendieron un poco pero dijeron que siendo atacada como fué, el gobierno de Francia toma muy en serio las ofensas que puedan sufrir los turistas que vienen a conocer su país.

Y así fue como Cathy escoltada por dos personas que para ella eran desconocidas dejó el hospital después de dejar debidamente aclarada la ubicación donde se iba a alojar.

SEXTO CAPÍTULO

La residencia donde fue llevada, parecía un castillo medieval, con ello denotaba que sus

Propietarios eran no sólo pudientes sino también aristócratas.

Al entrar la señora le dio la bienvenida y le dijo que habían acomodado una habitación en la planta baja debido a su estado. Cathy agradeció y fue llevada a un confortable aposento, donde fue ayudada a sacarse la bata y a introducirse en el lecho.

Todo le dolía, pero sacó fuerzas para poder expresar lo mucho que agradecía lo que estaban haciendo por ella.

La señora le replicó, que como no ayudarla estando en un país extraño sin familia ni amigos que la sacaran de ese apuro.

_Ahora tendrá que descansar, después le haré traer el almuerzo.

Se retiró y Cathy quedó pensando si no estaría soñando, todo era tan extraño, la paliza que le dieron, la presencia de esta gente ayudándola y todavía la Sureté de París, vigilándola, eran demasiadas emociones, mejor trataría de dormir y dejar para después pensar el porque de todas esas cosas.

Los días se sucedieron y fue colmada de toda clase de atenciones, tenía una enfermera a su disposición , quien le hacía la higiene diaria y se mantenía a su lado hasta el atardecer, allí era acompañada por Marcel Dupui, su compañero de viaje y por su madre Antoanette de Dupui, quienes le proporcionaban una velada muy amena y agradable.

Marcel se sentaba al piano y le hacía sentir canciones francesas que le encantaban.

Pero lo que tiene que ocurrir ocurre, y así fue que una mañana, la señora Antoanette, le llevó el auricular del teléfono, a su dormitorio, era la Sureté para preguntarle si se encontraba en condiciones de pasar por sus oficinas, todavía no se sentía muy bien, pero aceptó concurrir la mañana siguiente a las 9 de la mañana.

Acompañada de Marcel se presentó a la hora indicada, la hicieron pasar a ella pero a él no,

El oficial a cargo comenzó diciendo que al saber su nombre y de donde provenía pudieron comprobar que probablemente los que la atacaron o eran del mismo país o pagados por alguien por ser ella la responsable de haber disuelto una organización nazista.

Cathy en ese momento sintió que el miedo atravesaba su cuerpo, ¿era tan poderosa la organización que podía seguirla a cualquier lado que fuera?

El oficial se dio cuenta del estado en que se encontraba y le dijo: sé que esto tiene que asustarla, por eso hemos puesto guardia donde usted se aloja, gente que entre o salga de allí será rigurosamente controlada.

Cathy confusamente, le explicó que por más que le brindaban afecto y cuidado no podía estar más, con personas que ni siquiera estaban unidas a ella por lazos de amistad o familiares.

Es razonable, le contestó el oficial, pero gracias a ellos usted pudo mejorar, y recuerde que no le sacamos el ojo de encima a nadie, aquí también tuvimos agrupaciones. Que por suerte pudimos disolver, pero nunca se puede estar seguro, siempre puede haber rebrotes, por eso que tenemos una estrecha vigilancia sobre usted, por que al haber sido atacada como fue, puede significar que tenemos otra organización nazista de nuevo.

Dios mío, que podré hacer, ¿volver al hotel?, estaría entre mucha gente, pero a su vez entre ella podría haber alguien esperando la ocasión de secuestrarme y de hacerme lo que ví que le hicieron a un pobre muchacho, al cual le cortaron la lengua y las manos.

Eso no sucederá, se lo prometo. No permitiremos si hay algún movimiento dejarlo crecer, tendremos que eliminarlo

Cathy se levantó tambaleando, el oficial se le acercó y tomándola del brazo la ayudó a salir afuera y le aconsejó quedarse con la gente que estaba, el tiempo necesario hasta su completa recuperación

Cuando se encontró con Marcel este vió la angustia en su rostro, el cual mostraba todavía los moretones debido a los golpes, la tomó del brazo y queriendo hacerle una broma para levantarle el ánimo le preguntó ¿Por cuanto tiempo la van a dejar en prisión? Ella lo miró angustiada, rompió a llorar .y entre sollozos le dijo: quizás nunca pueda salir de la prisión en la cual yo misma me he encerrado.

Ya, en la casa le contó a él y a su madre, el porque de su viaje a parís, que había sido testigo de un castigo atroz, y voló a Paris, pensando encontrar un poco de paz a las angustias pasadas.

Marcel le dijo que contara con el y con su madre, que la iban a ayudar. Pero a su vez Cathy les dijo que al tenerla a ella en su casa los estaba poniendo en peligro a ellos.

Bueno dijo Antoanette, no debe seguir así, vamos a sentir un poco de música y serenarnos.

Y aunque parezca mentira, la entereza de la madre de Marcel, hizo que Cathy se serenara, volvió a ser aquella mujercita que se decía “lo pensaré mañana”.

SEPTIMO CAPÍTULO

Pasaron los días, y la mejoría de Cathy se fue acentuando, ya los moretones de la cara habían pasado por distintos colores, primero, púrpura, luego violeta y finalmente amarillo

En el momento, su verdadero tono rosa era el que ostentaba. También debido a la quietud y los cuidados su cuerpo se había repuesto de las fracturas.

Pensó que era el momento de la retirada. Decidió plantearlo ante Marcel y su madre que tan amables habían sido con ella.

Aunque rechazaron la idea argumentando que para ellos era una agradable compañía, ella se mostró firme y al día siguiente volvió al hotel.

El personal que la había atendido, se mostró complacido de su retorno, sobre todo el que siempre la había guiado, en todas sus actividades.

Cuando estuvo en su habitación respiró, se sentía libre, no porque sus gentiles amigos ocasionales hubieran sido desagradables, sino porque su estilo de vida era ese, vivir a su manera.

Resolvió no tener miedo a salir, no sería propio de ella que tantas novelas había escrito,

en las cuales la heroína que venía a ser ella, resolvía los problemas por sí misma.

Fue a las oficinas de la Sureté a indicar su cambio de dirección y solicitar un permiso para portar armas, el cual le fue otorgado. De allí fue al negocio de armas, donde compró un revolver calibre 22, con él en su bolso se sintió mas tranquila.

Volvió a salir, a disfrutar de ese París que tantas atracciones ofrecía.

Una noche que volvía de una función teatral, se dispuso a entrar en la cama con la placidez de aquel que ha pasado, unas horas de deleite, se introdujo entre las frescas sábanas, más de pronto sintió un roce de algo en su pierna, levantó de un golpe todo lo que la cubría y con espanto vió…una enorme araña peluda, verla y gritar fue todo uno.

Gritó tanto que los de los apartamentos vecinos del hotel golpeaban a su puerta, ella había quedado como petrificada, pensando que cualquier movimiento suyo haría saltar la araña hacia ella, hasta que llegó el administrador con las llaves y abrió la puerta.

En un momento, con la misma sábana en la cual estaba la encerró en ella y salió de la habitación para darle muerte.

Todos los que habían acudido, le expresaron su pesar por lo ocurrido, tratando de calmarla, un empleado le trajo una copa de jerez para que se recobrara, en fin fue objeto de múltiples atenciones. Con el corazón aún latiendo fuertemente, les dio las gracias a todos y cuando se hubieron retirado, lloró tanto como hacía mucho tiempo que no lo hacía.

¿Quién sería el que la perseguía con tanta saña?

¡No tenía derecho a ser feliz?

Tendría que buscar el centro de actividades nazistas, allí comenzaba todo, pero como lo lograría, sabían todo lo que hacía, ¿Cómo los de la Sureté no la protegían ¿

De pronto recordó que cuando había entrado en el centro donde hacían las reuniones

en su propio país había sacado número de teléfonos y direcciones de los libros que allí habían, debían estar en su propia computadora, decidió ir a un Ciber para entrar en su programa.

A la mañana siguiente se dirigió a uno después de preguntar a su empleando de confianza, el cual se llamaba Jean Mari por la ubicación del mismo.

Este no sólo le dio la ubicación, diciéndole que fuera en coche para más seguridad y que si él la podía ayudar lo haría con mucho gusto.

Cathy, le agradeció, sentía que podía confiar el él.

Ya en frente de la computadora, comenzó a buscar los expedientes relacionados al caso del que fue protagonista y casi victima, estaban los teléfonos de diferentes países , pero anotó los de Francia, quizás tuviera la suerte de saber en que punto estaban esos teléfonos públicos, que eran los que figuraban en sus notas.

Con el resultado en la mano, se dirigió a la Sureté en procura de ayuda,

Allí el que estaba a cargo de su caso, se sorprendió de su sagacidad y buscó las direcciones donde se encontraban ubicadas las cabinas; pero le advirtió que ellos harían todas las averiguaciones, a lo que le contestó Cathy, que ella tenía derecho a hacer por si misma todo lo referente al asunto, que lo pasado en el hotel, sin que ellos hubieran intervenido, se lo daban. Que no olvidara que con todo lo descubierto por ella en su propio país había disuelto esa congregación que ahora la buscaba para matarla y que además por haber escrito tantas novelas de suspenso creía que estaba capacitada para hacerlo

Así fue, que después de toda esa perorata salió Cathy con todas las direcciones requeridas.

OCTAVO CAPÍTULO

Lo primero que hizo, fue volver a comprar un mapa, a estudiarlo y marcar en él, los diferentes sitios donde se hallaban esos teléfonos públicos, por los cuales se contactaban los del movimiento nazista. Haría guardia por lo menos, varios días en cada uno de ellos. Decidida bajó, llamó un taxi y mostrándole la dirección a la cual quería dirigirse

Le solicitó que la llevara allí.

Al descender en ese punto vió, que era un alegre barrio parisino, cantidad de restaurans con concurridas mesas puede decirse que lo poblaban, miró buscando la cabina telefónica y se sentó en la mesa que más cercana estaba a ella

Hizo su pedido y lo más lentamente que pudo lo saboreó, para tener más tiempo de observación, pero nadie concurría, sólo mujeres, que ofrecían aspectos inofensivos, y allí se puso a pensar que cualquiera a pesar de su aspecto podía ser un idealista del sistema nazi. De esa manera no iba a lograr nada, lo que se hablara adentro de ella no lo podía sentir, comenzó a meditar; lo ideal sería colocar un micrófono adosado al tubo del teléfono y a su vez tener ella un transmisor, Eran cinco los aparatos detectados, se retiró y fue directamente a preguntar donde podría obtenerlos, como ahora era el mundo de la electrónica, no le iba a parecer raro al comerciante que se los vendiera.

¿Quién mejor que Jean Mari para consultar donde debía de ir?

Tuvo suerte, el padre del joven, se dedicaba a la instalación de televisores, computadoras y lo más seguro que pudiera ayudarla, él mismo se lo iba a pedir..

Como tenía la tarde libre el se dispuso a acompañarla, fueron hasta el establecimiento el cual lucía importante debido a su hermosa fachada, Allí Jean Mari, le explicó al padre lo importante que era para la señora que lo acompañaba el hacerlo, que estaba en peligro de muerte sino sabía quienes la perseguían, pero allí se encontraron con una sorpresa, la misma Sureté le había encargado la misma tarea, pero pensando y pensando dijo que podía hacer una extensión derivada hacia el teléfono de ella, pero que no estaba de acuerdo que ella misma quisiera vencer a ese terrible adversario, pues quedaría en su conciencia si algo le sucedía. Kathy le dijo que estar esperando a que el adversario hiciera su primera jugada, como en el ajedrez, era bueno sabiendo lo que iban a hacer, adelantárseles.

Eso demandaba un gran gasto, pero lo hacía con gusto pues era para su seguridad, y además tenía que hacer un documento que eximía de toda responsabilidad al que iba a hacer las conexiones.

Se puede decir que Cathy comenzó a hacer una vida de retiro, confinada a su habitación pasaba las horas esperando, se había provisto de cantidad de libros y también escribía todo lo que le estaba sucediendo, sin poder escribir el final por supuesto.

Pero aunque fueron muchos los días esperando, la espera tuvo al fin su fruto.

Levantó cuidadosamente el auricular, sintió una voz de mujer áspera que preguntaba cuando se iba a llevar a cabo la misión. La persona que contestó, un hombre, el cual le dijo que en sus manos había tenido la oportunidad y la había dejado escapar, imposible respondió la mujer, la Sureté la tiene vigilada, ¿cuando harán algo al respecto?

La mujer vive encerrada en el hotel ¿Qué podemos hacer?

Obligarla a salir con cualquier pretexto, la voy a invitar a ir al parque o a visitarme.

Allí, Cathy se dio cuenta que esa voz que sonaba áspera era la de Antoanette.

Al colgar el receptor, comenzó a pensar en todo lo ocurrido, el asiento al lado suyo en el avión no había sido por casualidad, Marcel trató de ganar su simpatía para después poder acudir al hospital, por eso sólo había quedado su tarjeta en el bolso, y el ofrecimiento en su casa era para tener la oportunidad de terminar con ella allí, pero no contaron con que la Sureté la iba a tener vigilada.

Pero no iban a poder con ella, así como pudo con la ayuda de la policía terminar con ellos, en su país, tampoco iba a fallar en Francia..

CAPÍTULO NOVENO.

Decidió tomar la delantera, primero que nada, le pidió a Jean Mari, que le trasmitiera al inspector de la Sureté, que iba a la mansión de la familia Dupui y que le solicitaba _. _

No quiso dejar por escrito el pedido de socorro, ese provenía del código Morse, mundialmente conocido.

El joven anotó todo, aunque no entendió el Raya.. Raya y le pidió que tuviera mucho cuidado. Ya en la calle, fue a una florería y compró un hermoso ramo de rosas y con el fue hasta esa casa donde la cuidaron tanto, para tratar de vengarse después.

Tocó el enorme aldabón que había sobre la maciza puerta y esperó, pero sin resultado.

Probó de abrirla y sí, estaba abierta, con cautela entró aunque tenía excusas para la dueña de casa, diciéndole que le traía esas flores como una prueba de su gratitud, pero no, no había nadie a la vista.

Ella conocía bien la parte de abajo de esa casa, no así la de arriba, pero la desechó, si tenían algo oculto sería en lo que vendría a ser el subsuelo. Recordó que cuando Marcel iba en busca de vino entraba por una puerta que quedaba debajo de la escalera.

Se dirigió hacia ella, la abrió y vió que tenía que descender varios escalones, fue bajando despacio y al final de ella se encontró con algo que lucía casi igual al que había hallado en su país.

Varios escritorios con computadoras sobre ellos y la cruz esvástica sobre la pared.

¿Quién hubiera pensado que en una casa como esa y sobre todo de su dueña, una señora tan distinguida pudiera albergar simpatía a un movimiento tan criminal como el nazi.

En ese momento se sintió atrapada por detrás, y sintió una fuerte carcajada emitida por Antoanette quien dijo:

-Así, que no tuve necesidad de pensar como atraparte, caíste tu solita en la trampa.

Cuando te cuidaba, lo hacía con la intención de que te recuperaras, para después

Darte la muerte poco a poco, para que sufrieras por todo el daño que le hiciste a nuestro movimiento, te salvaste por la intervención de la Sureté.pero ahora estás en mis manos y tu muerte será debido a un ataque del corazón, en apariencia, pero no será así, te daré una droga proveniente de la India, que te irá paralizando poco a poco hasta que llegue tu final.

Cathy se revolvía entre los brazos de su opresor, pensó que era Marcel, pero no lo era.y le dijo:

Yo lo único que quería salvar eran las hijas de mi amiga, pero con el padre que tenían hubiera sido muy difícil, no los hubiera denunciado para no hacerla sufrir a ella, pero cuando fui testigo de el implacable juicio que le hicieron a aquel pobre joven me decidí a enfrentarlos.

_Pues ahora serás tú la que recibirás un castigo peor, que el de el.

_? Que piensa hacer conmigo?

_Ya lo verás, primero tendrás que tomar este líquido, que te ira dejando paulatinamente sin fuerzas, y con un vaso en la mano le ordenó: ¡abre la boca! El que la sostenía le ayudó a abrírsela, pero cuando sintió el líquido se lo escupió en la cara a Antoanette.

_Miserable, ahora lo tendrás que tomar de otra manera, tomó de una cajita de oro una minúscula pastilla y se la introdujo por la fuerza hasta hacérsela tragar.

_ Ahora sólo tendré que llamar al hospital y decir que una amiga parece sentirse mal, que creo que es debido a un ataque al corazón, los síntomas serán parecidos pero sufrirás atrozmente por dentro, ni la Sureté podrá culparme por nada.

Cathy sintió que todo comenzaba a nublarse, y como entre sueños sintió la voz de esa maligna mujer comunicándose con el hospital.

Después fue todo oscuridad.

DÉCIMO CAPÍTULO.

No se puede decir que se despertó, sentía que estaba viva, pero no lo podía expresar.

Habían varias personas alrededor de ellas, entre nubes le pareció reconocer al inspector de la Sureté-Le estaba examinando los ojos y decía que tenía un veneno en la sangre debido al color de estos, una de sus manos estaba sobre su `pecho y ella trató de estirar la suya y con la punta de la uña le marcó con la poca fuerza que le quedaba raya punto raya, él se la quedó mirando y mandó inmediatamente llamar una ambulancia para que fuera llevada al hospital de los intoxicados por elementos radio activos y por venenos

desconocidos, como en una luz pasó de su cama a una camilla donde fue transportada. al otro hospital, allí comenzaron a hacerle pruebas de toda índole, pero no mejoraba, pero apareció en escena Jean Mari, quien le comunicó al inspector lo que había dejado Cathy para el, La mansión de Antoanette y la raya punto raya.

No había duda, fue en esa casa que fue envenenada. Salió apresuradamente el policía acompañado de otros y se hizo presente en la casa, como sino pasara nada esta le atendió con la mejor de sus sonrisas, preguntándole si la enferma seguía mejor.

Rojo de ira el inspector la conminó a que le dijera el veneno que le había dado, esta sorprendida, se negó, pero el la acosó a preguntas diciéndole que si la enferma se salvaba podía hacer algo en su favor, pero si no fuera así el mismo personalmente trataría que recibiera el peor de los castigos sin importar su alcurnia ni su edad.

Allí se venció su resistencia y sacando la misma cajita de oro de la cual le había hecho tragar a la fuerza una de ellas, se la entregó al inspector, este dando órdenes de revisar la casa de arriba abajo corrió a que los facultativos al saber de que veneno se trataba pudieran hacer algo por Cathy,

Hubo mucha tensión, en momentos parecía que la enferma sucumbía, pero poco a poco pudo al fin abrir los ojos.Lo primero que vió, la mirada ansiosa del inspector que se sentía en verdad responsable de todo lo ocurrido, con voz apenas audible dijo gracias.

Este le estrechó ambas manos y suavemente le dijo “ya pasó todo”

Fueron muchos los días que tuvo que permanecer en el hospital, y poco a poco fue enterándose de todo lo ocurrido.La casa de Antoanette había sido registrada completamente y en el subsuelo se había encontrado material que pondría tras las rejas a muchos, en cuanto a la anciana tenía por el momento arresto domiciliario, allí Cathy preguntó por Marcel, porque no se le había nombrado para nada.

Allí le dijo el inspector que pese a lo que se había pensado, que había tenido participación en el hecho, él no sabía lo que hacía su madre, viajaba mucho y era en esos períodos de tiempo, que su madre prestaba su casa para todos los seguidores de el fascismo

Cathy se alegró, pues había llegado a pensar que toda aquella amabilidad, la tarjeta para que lo llamara, el nombre del hotel que le había dado, era una forma de atraparla, llegó un momento que deseó odiarlo, pero sinceramente aunque quiso hacerlo no pudo.

Pasado un tiempo apareció a saludarla y le expresó cuanto sentía que su madre hubiera hecho lo que hizo, el había hablado muchas veces con ella de los sentimientos que albergaba sobre la raza aria, y trataba de inducirla a pensar de otra manera, pero había sido educada por sus abuelos y estos eran de lo peor que se podría pensar de un alemán hadito a Hitler y como era una niña tierna todo aquel caudal de odio se lo inculcaron a ella. Por suerte, él nunca le correspondió en nada y recién ahora sabía lo que madre hacía en su misma residencia.

Afortunadamente, le dieron el alta, volvió al hotel y Marcel la instaba a salir de a poco para volver a tener fuerzas, hacían picnic en las bellas afueras de París y de a poco volvieron a disfrutar del teatro parisino y de los paseos por Montmartre y de magníficos sitios que se encuentran en la ciudad luz.

Se puede decir que era el momento de vivir, ya no existía el miedo, Marcel le preguntó sino le agradaría vivir por siempre allí.

Le contestó que sí, que en su país no la esperaba nadie y que el estar allí la transportaba a un mundo de ilusión como nunca había tenido en su vida.

Él mirándola a los ojos, le preguntó sino querría vivir todo eso con él, como su esposa.

Cathy sintió que se le cortaba la respiración, sentía que lo amaba, pero pensaba que lo que demostraba hacia ella era amistad, se lo dijo y el riendo le contestó que desde que habló con ella en el avión , sintió que había algo que lo atraía y cuando la tuvo en su casa y departían de música y de tantos otros temas se dio cuenta que la amaba pero cuando ella insistió tanto en irse y n o le hizo ningún llamado, pensó que no era correspondido, por eso volvió a viajar para tratar de olvidarla

Bueno esta es una novela que por suerte tiene un final feliz, Cathy voló a París buscando olvido a tantas cosas terribles que había vivido y que allí casi terminan con su vida también, pero tuvo su recompensa, el amor que a veces es tan difícil de encontrar.

FIN

Aurora: Gladys Murissich Mayol

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