La Autora


Yo no estudie literatura.

Cuando quisehacerlo,encontré que mis

versos tenían que tener métrica, métricaque no dejaban

expresar mis sentimientos, apresándolos en ella, así que

escribí sintiéndome como un ave, volando con las alas leves,

sutiles, con fulgores áureos hacia un mundo arcano plegando

el vuelo en el espacio azul e infinito.

viernes, 3 de septiembre de 2010

Libertad



Este cuento tiene muchos años, muchas veces lo escuche de sus labios, fue para una conmemoración de una fecha especial para el departamento de San José, no recuerdo si llego a concursar pero fue escrito con mucho cariño, así que hoy sale a la luz obteniendo su premio al recuerdo, luego de estar mucho tiempo en el baúl de las letras dormidas.
Les dejo con la historia de Libertad y los deseos que se cumplen.

Los hombres de todos los tiempos han deseado ir mas allá de donde se confunde la línea del mar con el cielo ... el infinito.
Quizás su vista les hiciera soñar con un mundo distinto al que poseían, con regiones ricas en tierras y por ende en la prosperidad que ellas significaban.
Existían también en aquella época ya tan lejana hombres que aunque lo desearan nunca lo harían a pesar de la pobreza que los rodeaba y que no les ofrecía ninguna perspectiva de progreso, quienes se apegaban a la tierra madre como el niño a la falda de su madre buscando protección y abrigo, sintiéndose a salvo de todo en ella.
Y, estaban los osados, los aventureros, los que creían en sí mismos y en los relatos que hacían de regiones no exploradas por el hombre y que aguardaban serlo para brindarle a quienes lo hicieran prosperidad y bonanza: estos temas acrecentaban las ansias de aquellos y fue así que por 1780 llegaron a nuestras tierras jóvenes y generosas que ofrecían todo eso a quienes con brazos fuertes y esperanzas las supieran trabajar, familias de diversos países que dejaron todo tras de sí para venir en busca de una quimera que el tiempo convirtió en realidad.

Y de esta manera el primero de junio de 1783, quince familias de distintas razas, credos e idiomas se instalaron en las parcelas que les fueron adjudicadas fundándose en dicho día el departamento de San José..

Entre estas familias estaba una niña que se llamaba Libertad que al igual que todas la niñas de su edad soñaba. Soñaba siempre con ese mundo encantado en el que solo tiene cabida lo que no nos da la realidad; la pobreza de su hogar no era obstáculo para buscar en el frondoso bosque cercano a su vivienda los cuantiosos tesoros que este encerraba.
Allí, entre aquellos altísimos árboles que parecían perder sus copas en el infinito y por donde trabajosamente se filtraban los rayos del sol que caían verticalmente dándole a ese claro algo de cuentos de hadas, de irreal.

Libertad se sentía feliz, entrelazaba sus cabellos con flores silvestres que recogía en su camino, les hablaba a los árboles a los que había puesto nombres.

Con sus brazos trataba vanamente de abrazarlos para brindarles la ternura que por falta de tiempo ella no recibía, creaba danzas y canciones girando de uno a otro.
Y cuando se sentía rendida se acercaba al río y se dejaba caer de manera de ver su cara en el agua.
Reía cuando con sus manos las agitaba y éstas en círculos concéntricos deformaban sus rasgos, ya agrandándolos, ya achicándolos, sacaba las flores de sus cabellos y las veía ir lentamente como con pena.

Así pasó el tiempo pero una noche Libertad sintió llorar a su madre y a su vez la voz alterada de su padre, nunca había sucedido antes.
Qué sucedía? No tardó en saberlo, tendrían que volver a su patria, esa tierra que tan afanosamente labraban, por falta de agua no producía lo suficiente, además aunque ésta producción fuera por demás generosa no existían rutas para ser trasladadas, no tenían medios para atravesar los ríos, tampoco por los mismos motivos podían esperar que fueran hacia ellos los compradores.

No había nada que hacer, lo mejor era volver, se rían como habían venido, con las manos vacías pero con decepción en el corazón. Libertad se sintió desesperada, no podían llevara lejos de sus amigos del bosque encantado, apenas saló el sol al día siguiente corrió a darles la triste noticia. Esta vez no cantaba Libertad, sino que lloraba, se apegaba con su cuerpecito a los añosos troncos, acariciándolos como en un adiós postrero, de pronto un viendo suave comenzó a agitar las ramas, éstas parecían unirse una con las otras y se sintió como un murmullo ... espera ... espera ... Libertad levantó su cabeza sorprendida, pensó que era su imaginación pero una vez más las ramas en su balanceo dejaron oír esa palabra que significaba tanto.
La niña sintió que su pena se desvanecía, que sus amigos la ayudarían, arrojando besos en todas direcciones corrió hasta el río para lavar su carita cubierta de lágrimas y le contó a él de sus problemas y de su esperanza y ohh sorpresa ... el agua comenzó a agitarse hasta ponerse casi violenta y también emitió un murmullo que decía ... mañana ... mañana y con esas dos maravillosas palabras volvió Libertad a su casa y le contó a sus padres que todo se iba a solucionar: que vivían en un departamento que llevaba el nombre de un santo como el de San José que cuidó a Jesús. Sus padres la miraron asombrados pero nada le dijeron. Habían tanta confianza y fe en la niña que no se animaron a decirle que no existían milagros, pero se equivocaron: el milagro se produjo.
Todos los habitantes del lugar pasaron aterrados la noche aquella. Pareció una noche de aquelarre, se sentía el viento bramar con inusitada violencia, el agua del río bramaba enloquecida, parecía que la misma tierra se abría y se cerraba.
Libertad no tuvo miedo, sabía que sus amigos la estaban ayudando y tal como ellos habían dicho esperaba el mañana.
Al llegar el nuevo día todo cesó, un radiante sol iluminó un paisaje completamente distinto. Los movimiento de tierra habían formado barrancas con alturas de casi cuarenta metros que le daba un aspecto majestuoso al lugar, se habían formado senderos que luego el hombre convertirían en carreteras que lo unirían con importantes departamentos. El agua también había hecho lo suyo, saltaba cantarina aquí y allá ensanchándose en varios lados formando lagunas de insólita vastedad, era un espectáculo de una belleza panorámica increíble.
Libertad también corría como el agua por aquí y por allá ... Yo sabía que no me iban a abandonar. Cuando su padres, después de contarles ella lo sucedido en el bosque, lo comunicaron a los demás pobladores, resolvieron de común acuerdo ponerle el nombre de la niña a la ciudad de la cuál ya no se irían nunca.
Libertad se ha quedado allí para siempre con su corazón latiendo aún en esa su ciudad esperando ... el mañana.
Autora Gladys Murissich
Edición Estela Albini
egamfer

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