Le robé al cielo un puñado de estrellas y al sol un poco de su esplendor, al otoño el color cambiante de las hojas, al invierno la tibieza que irradian los leños en el hogar y a la primavera su aroma, su ternura en los brotes tiernos.
Y con todas esas sensaciones salí a vivir.
Le canté al día que nacía, le di mis sonrisas al sufriente,
mi amor a todos los que eran parte de mí.
Hoy ha pasado la juventud, pero igual en la soledad que por leyes naturales me ha dejado la vida, sé que valió la pena vivir.
Gladys Murissich
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