La Autora


Yo no estudie literatura.

Cuando quisehacerlo,encontré que mis

versos tenían que tener métrica, métricaque no dejaban

expresar mis sentimientos, apresándolos en ella, así que

escribí sintiéndome como un ave, volando con las alas leves,

sutiles, con fulgores áureos hacia un mundo arcano plegando

el vuelo en el espacio azul e infinito.

jueves, 7 de febrero de 2013

LA VOLQUETA. (OBRA DE TEATRO).



                        



DESPACIOSAMENTE SE ACERCABA UNA SEÑORA A LA VOLQUETA DEL BARRIO, LLEVANDO SU BOLSA DE RESIDUOS, POR LA ESQUINA SURGIÓ OTRA CON EL MISMO FIN.
Señora primera: pensar las cosas que se le ocurren a la intendencia, primero poner en nuestro frente un palo o barrote largo con una canasta para que los perros no puedan llegar a romper las bolsas de residuos, no estaba mal, teníamos un trecho fácil de recorrer, pero después surgieron las “volquetas” a mí no me queda cerca.
Señora segunda: A mí tampoco, y piense en los días de lluvia o frío tener que caminar hasta aquí por la dichosa basura., pero mire, se acerca ese pobre muchacho que busca papeles.
Señora primera, no sé porque se toma ese trabajo, los únicos comercios que envuelven con papel son las panaderías, lo demás todo va en bolsas de plásticos.
Señora segunda: pero él se las ingenia y aunque tenga que treparse para ver si llega hasta el fondo, algo encuentra
Joven: Buenos días señoras, a ver que suerte tengo hoy.
Señora segunda: mire yo traje papel porque compré bizcochos y lo traje pensando en usted pero como no sabía si hoy vendría lo puse a un costado para que no lo manchen
  los que tiran bolsas rotas por las que salen restos de tomates u otras cosas.
Joven: gracias señora, es usted muy amable, levanta la tapa de la volqueta y se inclina a levantar el papel que le puso la señora y escudriñar si había alguno visible.
Hay poco pero hay algo, ¿sabe lo que es? Un rollo de esos de múltiple uso que tienen un soporte especial y que sirve desde limpiarse la nariz, la boca y las manos, amén de otras cosas., se ve que consideraron que era poco y deben haberlo cambiado por uno nuevo, pero dejaron bastante,!miren!
Señora primera: tiene usted razón, dejaron bastante.se ve que el dinero les sobra.
Señora segunda: bueno yo me voy que tengo que ir hasta la carnicería.
Señora primera: y yo también, que quiero jugar al cinco de oro y sino lo hago ahora después me olvido. Nos vemos mañana, chau.


                             Segundo acto

Dos jóvenes se acercan a la volqueta, la abren y tiran en ella unos cuantos libros)
Uno comenta! como la gente de antes leía estas novelas!
El otro: y bueno no tenían televisión ni computadora, ahora somos unos crack
Si queremos leer algún libro que deseamos lo buscamos y listo.
Bueno vamos a ver si encontramos algo en lo de la abuela que nos sirva.
Desaparecen casi enfrente de la volqueta, indudablemente debe haber apartamentos)
Poco a poco van apareciendo diferentes personas, hombres y mujeres, también vienen las del día anterior, son ellas justamente, las que están por abrirla, una le pide a la otra, ¿no me tendría esta bolsa, mientras pongo la otra? porque no tengo fuerzas para tirar las dos al mismo tiempo, al abrir la tapa deja escapar una exclamación.
Pero han tirado libros, y parecen buenos, los que estaban para tirar las bolsas prestan atención, miren “El correo del Zar de Julio Verne, “La Divina Comedia de Dante”
“El judío Errante de Eugene Sue” sí que es grande este tomo., “Los Miserables” de Edmundo de Amicis y el famoso Romeo y Julieta de Sakespeare, vaya que apellido.
Un vecino, es que usted lo pronunció mal, es de un famoso escritor inglés, se dice Sakespeare, (y lo pronuncia bien),
Los miserables” lo escribió Víctor Hugo no Edmundo de Amicis, ahí se equivocaron
Es que está borrado el título de viejo que está el libro, yo leí corazón de ese escritor, que me hizo llorar mucho.
Otro vecino o vecina: ¿Y ese tan grande, porque le habrá puesto de título “El judío errante”
Otro vecino o vecina. Y…`porque en el tiempo que lo escribió, hace cientos de años, Las Naciones Unidas no les habían dado Israel, Palestina siempre les está haciendo la guerra, para que se vayan.
Otro vecino o vecina: ¡que mal! Recuerdo cuando yo era joven iban de puerta en puerta vendiendo, telas o prendas de vestir que pagábamos a plazo, con razón no vinieron más.
Se fueron a su tierra.
 Una de las señoras dice: deben de haber pertenecido a la anciana que falleció ayer aquí en el residencial de ancianos, pero que poco respeto tirar esos libros aquí en una volqueta
(En eso se acerca el joven que junta papeles y dice ¿Qué pasa?
Vea usted libros que fueron joyas en su momento y aún hoy tiradas en la basura, dice uno de los hombres.
El joven pregunta ¿Alguien tiene interés en ellos? porque sino fuera así, me vendrían tan bien, sobre todo ese tan grande
Una de las señoras dice. los leí todos en mi juventud, ahora como son versiones antiguas tienen la letra muy chica, no podría leerlos.
Otra dice lo mismo, yo tampoco.
La señora que en el principio fue la segunda dice: porque no nos ponemos de acuerdo y se los damos a este joven que estoy segura sabrá lo que hacer con ellos,
no pertenecen a nadie, los tiraron sin el menor respeto a esos grandes escritores.
Hubo un murmullo en general y al final estuvieron de acuerdo en dárselo al joven.
Este muy agradecido no cesaba de darles las gracias a todos y fue colocándolos en su bolsón de harpillera, después de eso, todos tiraron sus bolsas en la volqueta y se retiraron.


                                   TERCER ACTO


Vuelven a encontrarse nuevamente las dos señoras del primes cuadro, (pueden ser otras a juicio de la directora de la obra.)
Señora primera: Sabe que estuve pensando, en que las volquetas han cambiado un poco nuestras vidas.
¿En qué?
¿No recuerda? Vivíamos en el mismo barrio y ni siquiera nos saludábamos, la volqueta parece que de alguna manera ha hecho que nos comportemos distintos.
¿Le parece?
Claro que sí. ¿A usted le hubiera importado ese joven que busca papeles sino hubiera visto como se afana en buscarlos.
Tiene usted razón, si hubiera ido a mi casa a pedir papeles estoy segura que me habría negado aunque tuviera.
¿Por qué?
Porque sólo de verlo en la calle pidiéndolos habría pensado que era alguien quizás con la intención de que mientras yo fuera a buscarlos me robaría algo.
Ve, viéndolo buscar con ese afán nos dice que es un joven que a pesar de su pobreza, no se rebaja a robar, usted ya tiene una impresión distinta de él
Sí, tiene usted razón y hasta el hecho de que nos reunamos acá nos ha hecho conversar cosa que en casa no tendríamos con quien hacerlo, porque yo soy sola y ¿usted?
También y no sólo conversamos nosotras dos recuerde como el otro día con el asunto de los libros todos los que estábamos aquí estuvimos de acuerdo sobre los libros para hacer una buena acción y hay días que cuando dejamos de ver a alguien que habitualmente lo hace nos preguntamos si estará bien o mal, creo que sí, que la volqueta ha reunido mucha gente en su entorno. Todos vecinos y ancianos de ese residencial que para el que puede hacerlo, traer la bolsita de basura puede ser una distracción a su vida a la que ya no llega nadie o muy pocos.
No me voy a quejar más de traer mi bolsa de residuos, me ha obligado a salir a la calle y conversar cosa que no hacía, porque como dice usted el vecindario ni siquiera daba los buenos días, ahora hay que ver como estamos todos contentos de pensar que nos aumentan un 12x ciento en nuestras jubilaciones y pensiones y tenemos con quien comentarlo, pero mire, ahí viene el joven de los libros corriendo ¿Qué le pasará?
Señoras, no creerán lo que me pasó, cuando estuve en mi pieza me puse a recorrer las páginas de los libros y en el del Judío Errante, hoja por hoja habían billetes de mil pesos,
No saben la alegría que se despertó en mí, hallé como 50.000 pesos, y paré de contar para decírselo a ustedes, con ellos puedo pagar los estudios que necesito para lograr un empleo, que gente maravillosa han sido ustedes, si los que los tiraron  los hubieran tratado de leer lo habrían encontrado ellos, pero ni se molestaron en hojearlos
Las señoras escuchaban sorprendidas y contentas la buena suerte de ese chico que se la merecía y a medida que hablaban se acercaba más gente con su habitual bolsita de desperdicios enterándose de lo ocurrido y felicitando sin envidia porque entre todos le habían cedido los libros, alrededor de la volqueta todo era alegría y emoción.
La señora segunda le dice en un aparte a la primera, ¿se acuerda de lo que hablamos esta volqueta ha servido para unir al vecindario, ojalá que sea igual en otros barrios.

 En opinión de la escritora hechos así tan simples pueden conducir a que los barrios vuelvan a ser como antes, con el buen día acompañado de una sonrisa

AUTORA: Gladys C. Murissich.





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