La Autora


Yo no estudie literatura.

Cuando quisehacerlo,encontré que mis

versos tenían que tener métrica, métricaque no dejaban

expresar mis sentimientos, apresándolos en ella, así que

escribí sintiéndome como un ave, volando con las alas leves,

sutiles, con fulgores áureos hacia un mundo arcano plegando

el vuelo en el espacio azul e infinito.

jueves, 28 de febrero de 2013

METEORITOS (15 de Febrero del 2013)




Nadia contemplaba complacida desde el balcón de su nueva casa todo lo que sus ojos alcanzaban a ver, la había buscado desde hacía mucho tiempo, que estuviera cerca del centro y a la vez, lejos, ¿como logró algo que parecía imposible ¿
¿Leyendo revistas de las inmobiliaria, o en los diarios ¿ Pero no, fue estando en una Iglesia.
En ella, sintió a dos señoras que hablaban acerca de que vergüenza vendieran una iglesia.
Prestó atención  y cuando terminó la misa, se acerco a ellas a preguntarles donde estaba situada esa iglesia, porque querría visitarla, para darse cuenta cual era el motivo de venderla.
Le dieron todo lujo de detalles, porque pensaron con buena lógica que al igual que ellas sentía indignación por ese lamentable hecho.
Y bien fue a verla, tenía el letrero de venta, pero se dio cuenta por si misma el porque del traslado de esa parroquia a otro lugar.
Estaba en la cima casi podía decirse de un cerro, era algo muy particular, pues estaba en pleno centro, debía tener más de cien años y quien sabe en esa época en que condiciones estaban los terrenos circundante .También podría haber sido una fortaleza, en caso de guerra. Pero lo principal era saber el precio. Subió la empinada cuenta y pensó que podrían haberle hecho escalones, para que los fieles con dificultad les hubiera sido posible ascender a ella. Si ella llegaba a comprarla sería lo primero que haría, amen de una baranda a los costados .La puerta estaba abierta, no había nadie tampoco para atenderla, pero n o le hacía falta, era muy simple de ver, habían sido retirados los bancos, así como también los comulgatorios y todo lo concerniente al altar.
Vista de esa manera, parecía un salón grande y silencioso que invitaba al rezo, elevó la mirada y vió una enorme cúpula de vidrio, en la que artesanos de arte en vitroux, habían dejado su huella indeleble en las figuras allí impresas en el vidrio, Jesús con sus brazos abiertos rodeado de angelitos. Era algo hermoso, daba paz. En la parte que daba a un costado de donde debía haber estado el altar, había una puerta, la abrió , era el escritorio sacerdotal, de dimensiones bastantes grandes, abrió otra puerta y allí encontró dos habitaciones, una sería el dormitorio del cura y la otra quizás la que se destina para retiro espiritual, pues no había huella de que allí hubiera vivido nadie, sólo había un pequeño lavatorio, salió de esa habitación que le causó depresión y encontró el comedor y la cocina que estaban separados solamente por un mostrador. Pensó que debía haber una escalera que debía llegar a la campana y sí, una pequeña en espiral la llevaba arriba, donde estaba la claraboya que resguardaba el precioso techo de vitroux, la campana también había sido retirada. No tuvo que pensar, bajó anotó la dirección de la inmobiliaria que la vendía y se dirigió a ella sin tardanza.
El empleado de la misma la miró con extrañeza, para que podría una joven mujer querer comprar esa iglesia que para casa sería muy difícil de reformar, pero allá ella, le informó que la venta era al contado y que pedían 120.000dólares por ella.
Nadia, no quiso demostrar la alegría que sintió al saber cuan bajo era el precio.sólo se limitó a decir, quiero comprarla.
Sabía que contaba con 300.000 mil dólares que le había dejado el seguro de su padre, le iba a quedar bastante para los arreglos que pensaba hacer.
Quedaron en que debía volver para tratar con el abogado de la firma y aunque debió de
hacer cantidad de vueltas lo logró. La casa o la Iglesia era suya.

                         SEGUNDO CAPÍTULO.

Habían pasado unos cuantos meses, la renovación que se le había hecho a la iglesia, fué muy importante, a ambos lados de la puerta habían dos paredes que en un tiempo estarían llenas de cuadros de santas o santos, Nadia las hizo abrir para hacer dos soberbios ventanales con balcón a la calle, el lugar donde estaba la nave de la iglesia, lo dividió en dos, en el primero puso un enorme juego de living y su piano e hizo hacer una estantería para libros que iban de pared a pared, colgó también unos cuadros hermosos que databan de la casa de sus abuelos e hizo construir una estufa a leña
En el segundo puso el comedor que ostentaba una amplia mesa ovalada rodeada de doce sillas, el cristalero. Aparador y el reloj de pié que daba los cuartos las medias y las horas con sus grandes platos que parecían de oro colgando de sus cadenas.
Su dormitorio lo hizo en el del cura, agregándole el del retiro convertido en baño.
La cocina la dejó como estaba, pues estaba muy bien dispuesta y finalmente se dio el gusto de hacer la escalera con barandas a sus lados. Pensando que algún día sería bueno para ella si llegaba a edad avanzada, pues no pensaba mudarse nunca de allí.
A los costados de la escalera hizo hacer pequeños canteros los cuales llenó de flores de todos colores. El que miraba esa casa sin haber conocido la iglesia, decía, que hermoso frente tiene esa casa, en cambio los que sí la habían conocido se maravillaban de lo hermosa que había quedado.
Como decíamos en un principio, Nadia estaba contemplando el espectáculo que se le ofrecía a la vista con tanta gente alrededor, pero de pronto un resplandor la encegueció, asombrada levantó la vista y le fué imposible resistir esa luminosidad, en cosas de segundos sintió romperse todos los cristales de las ventanas, comenzó a gritar diciéndole a todos que subieran para guarecerse de la lluvia de vidrios que caían sin parar.
Algunos la sintieron y subieron, pero ahí, no paraba la cosa, seguían subiendo personas, pero algunas tropezando no alcanzaron a llegar debido a la incandescencia, que ellos no se explicaban y que estaba destrozando casas y personas .Nadia pensó que su casa estaba protegida por haber sido construida quien sabe cuantos años atrás y sus paredes exteriores eran totalmente de piedra .Pensó eso sí en el techo, pero la lluvia de vidrios parecía tener una orientación, ella estaba en la ciudad de Cheliabinsk, al poco rato se sintió una gran explosión, después supo por informativos que esa ciudad había sido la más afectada al estar en Los Urales, que el causante había sido un meteorito que terminó  su espantoso recorrido cayendo en un lago congelado donde creó un gran agujero .
La gente amontonada allí no sabía que hacer, tenían miedo de salir, quien sabe ya no contaban con sus casas. Todo era lamentos y lloros, Nadia le pidió a algunas señoras sino la ayudaban a hacer café, varias la acompañaron hasta la cocina y entre todas sirvieron  un caliente café a todos los que estaban, les hacía falta, después comenzaron los comentarios, uno tenía una radio portátil y pronto supieron que el que les había dado ese susto era un meteorito que había estallado lo que originó una lluvia de fragmentos que afectó varias regiones adyacentes. El silencio siguió a esa declaración, de repente una señora increpó a Nadia diciéndole que ella tenía la culpa de todo ¿Porqué le contestó esta?
_Por habérsele ocurrido la idea de hacer una casa donde hubo una iglesia, un lugar para orar.
_Pero fueron los curas los que decidieron venderla y no me ha afectado a mí demasiado, asómese al balcón y mire como han quedado otras, yo creo que fui bendecida.
_No es hora de echarle la culpa a nadie, si fue un meteorito, nadie lo podría haber evitado ni siquiera los metereólogos podrían haberlo anunciado.
_ ¿Que podremos hacer ahora?, dijo el mismo joven
_Creo dijo Nadia, ver si podemos entre todos llevar ayuda a quien la necesite
¿Y quien me va a ayudar a mí, si perdí mi casa? Dijo una señora.
_Primero ver si la ha perdido, después veremos que hace el gobierno, Rusia es un gran país y no va a dejar sin ayuda a su pueblo.
Viendo que todo el estruendo había pasado, poco a poco se fueron retirando a ver que les había sucedido a sus casas, Nadia comenzó a recoger los vidrios pensando que pasaría mucho tiempo antes de reponerlos, pues estos requerirían una demanda enorme, dejaría cerradas las celosías.
Al poco rato sintió que golpeaban a su puerta, abrió y eran dos jóvenes que venían a pedirle sino los dejaba a pasar la noche allí, pues de sus casas no había quedado nada.
Dudó un poco, pero luego pensó que lo que había pasado era un desastre nacional, y que era un deber ayudar
Les pidió sino intentaban en medio de tanto revuelo conseguir colchones., pues ella sólo tenía su cama, y tendría que ponerlos en lo que había sido el escritorio sacerdotal y que lo había dejado para ella, para escribir por medio de la computadora sus novelas.
Los jóvenes se avinieron, volvieron a salir y al poco rato traían dos colchones.
Nadia, preparó una cena para los tres y les buscó sábanas y frazadas así como almohadas para que pudieran aunque fuera en el suelo dormir bien.
Mientras lo hacían uno de ellos le preguntó: ¿No tiene esta casa sótano?
_Sabes que yo pensaba que sí, pero con la reforma que he hecho deberíamos haberlo encontrado
_Quizás habría que buscar más a fondo, pues es muy raro que una casa del tiempo que tiene esta no lo tenga, puede ser que tenga algún pasadizo secreto.
_Si es así, lo buscaremos si ustedes desean hacerlo,
_Ya lo creo, con esa idea se fueron todos a dormir.


                                    TERCER CAPÍTULO


Nadia ya en su lecho no podía dormir, su pensamiento estaba en todas las personas que habrían muerto y en las casas que seguramente habrían sucumbido en un accidente tan singular como lo era seguramente que un meteorito cayera sin que nadie lo previera, el futuro de mucha gente sería desalentador. Se levantó, pensó que estaba viviendo en lo que había sido una iglesia, donde mucha gente habría ido a orar para pedir un milagro tanto para la salud como para el trabajo y ella estaba debajo de ese mismo techo, donde Jesús con sus manos extendidas parecía proteger a todos los que estaban allí .el techo había permanecido intacto.
Recordó que lo único que había encontrado en lo que ahora era su casa cantidad de velas, pequeñas grandes que estaban en los cajones del placard de la cocina.
Decidió ir a buscar alguna para prenderla y hacer una oración por todos los que hubieran sido perjudicados, que Jesús los ayudara.
Una vez que la tuvo en sus manos, la prendió, hizo su pedido acompañado de rezos y se quedó mirando la oscilante llama, que parecía mecerse al compás de algún viento que no llegaba de ninguna parte, intrigada, la tomó nuevamente, parecía que quería llevarla hacia algún lado, el fuego la orientaba, por lo que parecía hacia la cocina, y de allí hacia la escalera de caracol que llevaba al antiguo campanario, allí se estabilizó la llama.
Miró con detención, sólo estaba la pared que formaba un recodo por la estructura de la escalera. La llama seguía firme, le estaba indicando algo, pensó en llamar a los muchachos o ver si por ella misma encontraba en esa pared algo significativo.
Tanteó con sus manos el muro, le pareció sentir una saliente, pero ¿Cómo se abriría?
Decidió llamarlos, no estaban dormidos, al igual que ella debido a la tensión de haber perdido todas sus pertenencias no lograban conciliar el sueño.
Les contó lo que le había sucedido y sino querían ver si podían abrir esa pared donde la llama de la vela se detuvo.
Casi con entusiasmo se levantaron y fueron con ella , hicieron lo mismo que había hecho Nadia, comenzaron a tantear la pared y sí, sintieron que había una saliente, le pidieron sino tendría alguna herramienta que pudiera ayudarlos en su intento.  Volvió a la cocina, no tenía herramientas pero quizás sirviera una pala de cocina de acero que tenía para levantar las tortas con su filo agudo y resistente.
Volvió con ella y la comenzaron a introducir en la saliente, sintieron que crujía el material y siguieron el camino que el mismo material al desmoronarse les mostraba.
De pronto cayó un grueso trozo del mismo y mostró un agujero que les permitiría pasar.
Todos se miraron, ¿Qué habría detrás? ¿Habría peligro en traspasarlo?
Uno de ellos tomó la iniciativa y los otros dos lo siguieron.
Era una habitación poco ancha pero sí muy larga posiblemente de todo el largo de la casa.
Había un gran  escritorio de caoba en el centro de la misma, sobre él, había un gran pergamino
Ninguno sabía leer lo que decía, podía ser en latín, pero como no lo entendían hicieron un rollo con él pensando, que quizás el cura que había estado anteriormente en esa iglesia pudiera traducirlo.
A la mañana siguiente, a pesar del daño causado por el meteorito, pudieron llegar a la gran casa parroquial, que era la que atendía los problemas de todas las iglesias.
Preguntaron si les podían dar la dirección del cura párroco que atendía la parroquia que había dejado de ser.
Muy  educado el sacerdote fue a buscar un tomo grande donde tenía todas las direcciones en las cuales encontró la pedida por ellos, Les escribió la dirección y el nombre del padre Alexis Scorja, enviándole saludo por su intermedio.
No era muy lejos de allí, fueron los tres con gran curiosidad, por saber la lectura del pergamino.
Cuando llegaron el padre estaba oficiando misa, esperaron a que terminara y fueron a golpear a su escritorio.
Sintieron la voz de “pase” y se introdujeron en su interior. Una vez frente a él Nadia tomó la palabra y relató todo cuanto había acontecido en la que había sido su parroquia, le alargó el pergamino diciéndole que era todo cuanto había en ese cuarto secreto, aparte de un gran escritorio.
El Padre con sumo interés se puso los lentes y a medida que iba leyendo parecía que su rostro se ensombrecía. Cuando terminó les dijo: esto es terrible y  no sé si tengo derecho a decirlo.
_Por favor Padre, un espíritu me debe haber llevado hasta lo que fue la tapia de esa habitación, por algo habrá sido.
_Bien a usted se lo diré, pero a los jóvenes no les corresponde, les voy a pedir que salgan.
Estos no de buena gana se retiraron.
El padre tomó la palabra: hija esto es muy serio, hay que tratarlo con mucho respeto.
_Sí padre así lo haré.
_Esto se remonta al año 1790, en aquellos años reverendos y hermanas religiosas compartían el lugar para asistir a los necesitados, un día llegó también a socorrerlos el padre Nicolaiev Comanoska, era demasiado joven, para el puesto, pero en fin estaban en una epidemia de cólera y cuantas más manos hubieran, mejor.
También estaba Sor Katiuska Novaresca, bueno lo que acabo de leer en el pergamino es que estos dos jóvenes olvidaron las leyes eclesiásticas y se amaron, estando ella en cinta.
Sé que decirlo ahora es horrendo, porque si hubiera ocurrido en esta época, habrían tenido que renunciar a sus hábitos y nada más, pero en el año 1790 era un crimen que se pagaba con el emparedamiento de los dos.
_! Que horrible! ¿Lo hicieron?
_Sí.
_ ¿Y en que lugar?
_Donde yo tenía mi parroquia, casa de usted ahora.
_ ¿Será posible que con la luz de la vela me llevaron al sitio donde les hicieron algo tan terrible?
_Sí, usted demostró ser piadosa al ir a buscar las velas que por suerte dejé, para rezar por los que habían muerto y a los que habían quedado sin hogar y de alguna manera incomprensible para nosotros se valió de ella para guiarla a donde están con la esperanza de que los saquen y que reciban cristiana sepultura.
_Me dá escalofríos, pensar en tirar una pared para encontrar lo que sé voy a encontrar.
_Esto no puede trascender, debemos ser muy cautos, yo no daré aviso a las autoridades, quizás los dos jóvenes que vinieron con usted pidiéndole reserva la ayuden en lo que debe hacerse.
_Creo que si, en las pocas horas que los conozco me he dado cuenta que son buenos y estoy segura que me ayudarán, Pero los cuerpos deben ser sólo huesos ahora ¿No es así?
_Ciertamente, le daré dos urnas para que coloquen los restos de cada uno de ellos y luego recibirán cristiana sepultura.
_Padre, ya que recibieron una muerte tan terrible por haberse amado, poque no ponerlos juntos en una, para la eternidad.
Y así fue que Nadia y sus jóvenes ayudantes salieron con una urna grande para cumplir tan triste misión.


                                   CUARTO CAPÍTULO.

Cuando llegaron a la habitación que tantos años había estado sellada, se preguntaron sobre cual pared sería.
_Me inclino a pensar dijo Nadia, que busquemos donde la pared esté más fina, pues al hacer el nicho para los cuerpos, no deben haber socavado tanto, porque sólo les interesaba taparlos, OH! Que horrible hablar de eso con tanta naturalidad.
Iván, Sergei y Nadia, comenzaron a pasar sus manos por la pared, hasta que Iván exclamó!: aquí, aquí debe ser! se apresuraron los otros dos a palpar también la pared, y era correcto, se notaba claramente la diferencia de esa parte de pared a las otras.
_Bueno, ahora viene la parte triste, quien de nosotros se va a animar a dar el primer envión para tirarla abajo.
Nosotros dijeron los muchachos, y con una pala que les prestó el padre Alexis, comenzaron uno después del otro a enviar fuertes golpes tratando de hacer fisuras, sobre el concreto, hasta que este en determinado momento se vino abajo, mostrando dos esqueletos, pero no estaban juntos, se habían tomado el trabajo de hacer un hueco para cada uno, con sumo egoísmo, para que sufrieran por separado la agonía de morir por asfixia, viendo como poco a poco subía la pared que los dejaba enterrados vivos.
Nadia sintió que las fuerzas la abandonaban, no llegó a caer al suelo porque Iván se dio cuenta y la tomó entre sus brazos, será mejor sacarla afuera, con voz débil Nadia dijo no, esto empezó por mí y por mí tiene que acabar, esperen, que sí voy a salir pero para traer una sábana y talco para limpiar esos pobres huesos.
Al poco rato vino con lo dicho, estiró la sábana sobre el escritorio y les dijo:
_Vamos a sacar cuerpo por cuerpo, empiecen por el que quieran, yo traje también un trapo los voy limpiando, poniéndole talco y colocándolo en la urna así quedan juntos pero a su vez, cada cual dueño del que fue su cuerpo.
Los esqueletos debido al tiempo que habían estado allí parecía que se aferraban a la pared, haciendo difícil la tarea, después de dos horas de ardua labor tenían en la urna el de Nicolaiev, descansaron un rato y reiniciaron la macabra labor, esta vez le tocó a Katiuska, pasó lo mismo que con el otro, pero de repente Boris dijo: este esqueleto tiene algo apretado a su cuerpo, no sé lo que es, voy a ver si lo puedo sacar sin dañarlo, todos quedaron anhelantes¿ que podría haber escondido Katiuska adherido a su cuerpo? con sumo cuidado el joven trató de limpiar bien los bordes del objeto y pudo extraerlo.
Lo limpiaron con el trapo y resultó ser….un libro, pero no era un libro común…era el diario de Katiuska.
Nadia lo guardó en el cajón del escritorio, no era momento de ver lo que contenía en su escritura.
Terminada la operación, cerraron la urna y Nadia dijo que la llevarían a la parroquia del padre Alexis, al día siguiente, pues habían quedado extenuados.
Tampoco llevó el diario, tendría que sentirse descansada y serena por lo que pudiera leer en él.
En la mañana, los tres llevaron la urna para ser enterrada en el cementerio que todavía existía como cientos de años, detrás de las iglesias.
El padre Alexis hizo se puede decir una misa con la sola presencia de Nadia, Iván y Sergei, todos en el más profundo silencio y con mucho respeto, asistieron a ella cada uno de ellos quien sabe con que pensamiento, pero lo más lógico que fuera con mucha pena por aquel amor castigado tan cruelmente..
Terminado el mismo con los ojos llorosos, Nadia le dio al Padre Alexis una cierta cantidad de dinero para que pudiera hacer una lápida con el nombre de ellos con una jardinera, pues pensaba ir a menudo para rezar y pedir perdón a Dios por ellos.


                                     QUINTO CAPÍTULO.

El tiempo siguió pasando, los destrozos que había causado el meteorito, se habían arreglado en parte, pero quedaba mucho por hacer, el gobierno ruso tenía que gastar millones en las reparaciones. Nadia, les preguntó a Iván y Sergei, si ellos se animaban a limpiar, pintar y hacer de la habitación escondida, un dormitorio para ellos.
Los muchachos cavilaron un poco y luego aceptaron, diciendo, si todos nosotros los hemos puesto donde debían estar, creo que ellos nos bendecirían, si la ocupamos.
Nadia compró los materiales, ellos trabajaron y al final con las camas cubiertas con cubrecamas de alegre colores, amén de otros detalles se convirtió en un lindo dormitorio.
El verano se había ido y el otoño ya mostraba tintes de ser muy crudo, la nieve había comenzado a caer, a Nadia le encantaba verla caer, con la estufa prendida, de noche la acompañaban Iván y Sergei, que se habían convertido en verdaderos familiares de ella.
Una noche en que sentía el viento como ululando, Nadia recordó el libro, no era que se hubiera olvidado de él, sólo quería sentirse segura de ella misma para leerlo, pues sabía que era muy emotiva. Ese era un momento especial para leerlo, la nieve cayendo, le daba la serenidad que necesitaba. Lo había traído a su dormitorio después de haberle dado sepultura a los dos amantes y como era de cuero, no desgastado por los años, al haber estado encerrado en aquella tétrica pared donde fue emparedada su dueña, ella le dio lustre y se podía ver claramente “DIARIO”.
Así comenzaba:

Cuando me regalaron este diario, que fue uno de los pocos regalos que recibí en mi vida, pensé que nunca iba a escribir nada en él, pero me equivoqué, tuve una infancia tan triste, y al no tener una hermana, amiga a quien contarle mis penas él se convirtió en mi confidente.
Al nacer yo, murió mi madre, y mi padre como creyendo que yo era la culpable como tal me trató, nunca tuve una palabra amable de él, mi cumpleaños sólo era recordado por las empleadas de la casa y fue una de ellas la que me regaló este diario, pues la fecha que yo nací para él era un duelo.
Cuando tuve edad de ser enviada al colegio, me colocó en una escuela de hermanas, ya con la idea de que me hiciera religiosa, yo no quería hacerlo, veía la vida austera en que vivían ellas y yo no deseaba esa vida para mí. Pero ¿como revelarme? ¿Qué haría yo fuera de esa paredes, sino conocía nada del mundo exterior?
Así que seguí el curso que me fue impuesto por una culpa que no tuve.
Primero fui novicia y luego en una ceremonia, yo y todas las que estaban por el mismo motivo, nos casamos con Dios.
La vida era siempre igual, levantarse de madrugada para orar, mantener el huerto y cuidar de las flores, eso me gustaba, veía tanto color y vida en ellas que las envidiaba, en mí no había colores, el hábito negro y ni siquiera perfume se nos autorizaba a usar, el domingo era diferente, porque venía el padre Amdreiev a darnos misa y luego se quedaba a almorzar, paseando con todas nosotras si el tiempo lo permitía por nuestros jardines alabando nuestra dedicación al trabajo.
Pero un día este padre enfermó y en su reemplazo vino un sacerdote joven llamado Nicolaiev Comanoska, desde el principio tuvo mucha simpatía hacia todas las hermanas, y le agradaba contarles cuentos, que de pecaminosos no tenían nada, pero hacían reir.
Lamentablemente se desató una epidemia de cólera, los hospitales no daban abasto y se decidió sacar todos los bancos de la iglesia para llenarla de camas, pero sólo para niños.
Allí todas las hermanas, atendían a los pequeñuelos con amor, pero hizo que justamente
hubiera proximidad entre ese padre y yo. ¿Porque? yo era muy diestra en atender los enfermitos, quizás fue la falta de no haber tenido niños a mi alrededor, en la orfandad que fui criada, y entonces el delegaba en mí, determinados niños a mi cuidado.
Algunos no tuvieron la suerte de subsistir, pero la mayoría se fueron recuperando de a poco, fue así, que un día que salimos afuera a tomar un poco de aire, nos sentamos en un banco a conversar de lo contentos que estábamos de que la epidemia, al menos en nuestra iglesia estuviera mermando, comenzó a preguntarme si me había hecho hermana por devoción a Dios o por algún otro motivo, le conté la verdad.
Se quedó pensativo y luego me dijo: tenemos algo de parecido, yo tampoco quería ser eclesiástico, pero tuve una madre dura, no me dá vergüenza decirlo porque es la verdad, para ella todo era pecaminoso, si mi padre hubiera vivido quizás no le hubiera permitido que hiciera su voluntad sin tener en cuenta la mía.
Lo comprendo muy bien, yo no sé nada de la vida, ¿que podría haber encontrado en ella? quizás el amor, casarme tener hijos, saber que hay otros países, gente diferente, todo se me ha negado al imponerme esta vida de servicio para los demás pero no para mí.
Al oírla el padre le tomó la mano con mucho afecto y le dijo: Poco a poco quizás encontremos que el servir a los demás nos hace útiles a nosotros.
_No lo creo padre ¿será que soy rebelde? no nací para religiosa.
A la noche le escribí toda esa conversación a mi diario,
Y también le cuento que el calor de la mano del padre Nicolaiev en la mía, parece que se hubiera quedado en ella.


                                             CAPÍTULO SEXTO


¡Ay! Diario mío, creo que me estoy enamorando del padre Nicolaiev, siempre terminamos sentados en el banco y hablamos de tantas cosas que nos gustaría saber, la atracción cada día se hace más fuerte, cuando estoy al lado de él siento que tiembla todo mi cuerpo por dentro, el color sube a mis mejillas y creo que él se dá cuenta y que siente lo mismo que estoy sintiendo yo, pero debo apoyarme en la fe que no tengo pero siendo lo que soy, no puedo ilusionarme, ni él tampoco.
Me dá vergüenza diario, contarte lo que pasó hoy, pero a quien sino a ti se lo puedo contar, como siempre después de la extenuante labor de atender a todos los niños, terminamos descansando en el banco, a nadie le parecía mal pues eramos los dos que trabajábamos más en las curas y en los cambios  de ropa que era imprescindible hacer pues apenas estaba húmeda había que ponerles otra seca. Pues bien como te estaba contando cuando apenas hacía un rato que estábamos afuera comenzó a caer de pronto unos copos de nieve que caían cada vez más a prisa y corriendo fuimos a guarecernos al granero, allí nos tiramos sobre la paja riéndonos contentos . Pero al estar tan juntos, los dos sentimos el mismo impulso, darnos un beso, nos miramos con vergüenza, pero la dejamos a un lado y seguimos besándonos, hasta quedar con la cara arrebolada!,OH! que hermoso que fue, sabes diario, me confesó que era virgen, lo mismo que yo, como pudo a pesar de que yo no entiendo nada de esas cosas, porque era “tabú” no saberlo un hombre, a las  niñas sí, nunca le hacían mención a nada, la madre no quiso nunca según me contó tener ni siquiera empleadas, porque podía cometer un sacrilegio, debía ser virgen para merecer el amor de Dios: pero si Dios es amor, como podía castigarlo.
No siento vergüenza de mis besos, se los volveré a dar, cada vez que podamos, ojalá que mientras los niños se recuperen caiga mucha nieve cuando estamos descansando.
La suerte nos ayudó nevó muchas veces y muchas veces nos fuimos al granero, pero poco a poco los besos se iban haciendo más intensos y sentíamos que nuestro cuerpo ardía como llama, hasta que ya inflamados de pasión sucumbimos al deseo de pertenecernos, La primera vez que el entró en mi cuerpo sufrí, y me asusté al ver sangre pero el me besó como un loco dándome las gracias sin saber yo porque lo hacía, después me explicó que para el hombre era la exaltación del amor sentir que era el primero en la mujer que amaba, como hubiera querido que ninguno de los dos hubiéramos sido lo que eramos, el sacerdote y yo Sor Katiuska, unas cuantas veces más pudimos disfrutar de nuestro amor, pero diario querido la última vez que salimos del granero no vió la hermana Anastasia, que iba a guardar los elementos que había usado en el jardín, tengo miedo, con toda seguridad nos va a denunciar.
Lo hizo y fuimos llamados los dos al escritorio parroquial, era inútil decir que habíamos ido porque nevaba, porque justamente en ese día no nevó, la hermana directora me envió a mí a revisación y me encontré que estaba embarazada de dos meses.
¡Que hermoso hubiera sido ser madre, yo que no conocí a la mía, pero lo que no me esperaba era el castigo terrible, que nos iban a imponer, ser emparedados por el flagrante delito de querernos
Diario, diario querido no hay nadie que nos ayude, que sensación de ahogo sentiré cuando vayan poniendo los ladrillos delante de mí y vivir hasta que me alcance el aire

En ese momento Nadia suspendió la lectura, sus ojos empañados de lágrimas, rompieron luego en llanto, preguntándose ¿por qué? Un castigo tan espantoso, como hubiera querida Katiuska, ser tu madre, tu amiga, sacarte de esa iglesia y decirte que tú eras dueña de tu vida, pero era la ley del m omento ese, que duros fueron los sacerdotes y sobre todo las monjas que sólo por el hecho de ser mujeres, debían haber comprendido la juventud de ambos y que contra el amor verdadero no se puede
Jesús fue un ejemplo .el siempre perdonó
Al libro le quedaban escritas pocas páginas, se secó los ojos y siguió leyendo.

Diario mío la única dicha que tuve en mi vida fue este amor y tú que sin jamás decirme una palabra con tu silencio me decías tantas cosas, en ti me refugié, supiste de muchas lágrimas mías y del consuelo que había traído a mi vida un amor culpable cierto, pero puro, no quiero que otros ojos te lean, siempre has estado conmigo, por lo tanto te llevaré también a la eternidad, te esconderé entre mis ropas y allí apretado junto a mí estarás como siempre estuviste….conmigo.
Ya vienen a buscarme, adiós vida adiós.

Era el final del libro, la despedida, en un gesto no sé si de dolor o desesperación lo apreté contra mi pecho, humedeciéndolo con las lágrimas que dejaba que cayeran sobre él. Cuando pude serenarme medité acerca de lo que debía hacer.
Al día siguiente lo llevé conmigo hasta la iglesia del padre Alexis y le pedí sino podía abrir la urna para poner el libro junto a quien lo había escrito.
Me miró fijamente, ¿lo leyó?
Si padre, no encuentro palabras para decirle lo que ha dejado en mí esa lectura, no la olvidaré nunca, ¿puedo ver cuando lo coloquen?
_Lo hará usted, venga conmigo
Lo seguí, la nieve había dejado de caer y se veían unas prímulas trabajosamente tratar de emerger en la jardinera, fue como si sintiera que Katiuska tratara de darme las gracias con ellas.
El padre sacó la tapa donde estaban los nombres de los dos Nicolaiev y Katiuska, y yo misma puse el libro después darle un beso entre los huesos que allí quedaban de aquellos dos seres que llegué a querer sin haberlos conocido, pero ellos me dieron la señal para encontrarlos, había una unión especial entre nosotros ,
Me despedí del padre, salí a la calle, obreros seguían trabajando afanosamente por las destrucciones que había provocado al caer el meteorito
En mi interior le dí las gracias, me apenaba sí todo el daño material y muertes que había habido, pero gracias a él supe que fui guiada a liberar de su terrible prisión a quienes iban a formar parte de mí .para siempre.

                                                       FIN   Autora: Gladys C. Murissich

1 comentario:

  1. Estoy leyendo el libro "Historias inquietantes" Tomo I "METEORITOS" Es un libro atrapante. ¡Felicitaciones a Gladys, que la conocí en setiembre 2017!

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